Faltas de ortografía: sólo había dos, pero no debería haber ninguna. Es uno de los errores más graves que podemos cometer en las redes sociales. Nuestro perfil es nuestra carta de presentación y todo debe estar escrito correctamente. Si tenemos dudas o simplemente para descartar errores mecanográficos, no cuesta nada utilizar un corrector antes de publicar cualquier texto.
URL del perfil: una larga lista de letras, números y barras no es agradable a la vista ni sencilla de recordar o de escribir. Cambiarla por una URL amigable lleva menos de un minuto.
“Aptitudes o conocimientos”: sean cuales sean, es interesante no dejar este apartado en blanco. Quién sabe si alguna de estas aptitudes puede generar alguna oportunidad de negocio.
Idiomas: curiosamente, nuestro cliente tenía su perfil escrito en un idioma pero se comunica con nosotros en otro. Es decir, como mínimo domina dos lenguas. ¿Por qué, entonces, no figuraba ningún idioma en el apartado correspondiente?
Formación: no es habitual haber cursado un MBA sin tener ninguna clase de estudio superior o grado, como parecía en este caso. Cualquier formación posterior al bachillerato (adecuada a nuestros intereses profesionales, por supuesto) debe figurar en el perfil.
Evitar incongruencias: lo conseguiremos repasando un par de veces el perfil que hemos elaborado o pidiendo a un compañero que lo haga (a veces una visión externa puede aportarnos algún detalle que no hemos sabido ver). En el caso de nuestro cliente, en el resumen del perfil, junto a la foto, figuraba que trabajaba en una ciudad y en el apartado “Experiencia” que trabajaba en otra.
Integración con otras redes sociales: LinkedIn ofrece la opción de incorporar al perfil la web y el usuario de Twitter. En caso de tenerlos, no hay que desaprovechar esta opción.
Falta de recomendaciones: de compañeros, clientes, superiores, socios… Todos sabemos que las recomendaciones son muy valoradas en las redes sociales.
Ausencia de actualizaciones y de comentarios: imprescindibles para mantener viva la red de contactos. No basta con publicar y conversar, también es importante mantener una participación activa en diferentes grupos con los que se compartan intereses profesionales.
Este último punto es, definitivamente, el que nos dará más trabajo. Mantener el perfil de LinkedIn actualizado y con todos los apartados correctamente completados (no hemos hablado de la foto de perfil, que siempre debe ser de buena calidad y transmitir una imagen agradable, a ser posible mirando de frente) es relativamente sencillo. Nuestro cliente ya lo ha hecho, ahora su reto es ampliar y dinamizar su red de contactos. Para que, cuando se presente una nueva oportunidad laboral o una nueva vía de negocio, todo esté en orden, al día y en plena actividad.